sábado, 10 de mayo de 2008

El eterno milagro de Los Simpson



Septiembre 30, 2007, Articulo publicado en el diario La Razón (por Ernesto Villar):
Aseguran los incondicionales de «Los Simpson», «frikis» entre los «frikis», que Homer ha tenido ya 127 empleos distintos en la serie. Se les olvidó uno: el de hacedor de milagros. Porque un milagro, y no otra cosa, es que el programa haya estrenado esta semana su 19ª temporada en EEUU con la confianza que da tener 40 millones de espectadores diarios en el mundo. O que en España lo haya visto, según una encuesta, el 99% de la población. O que dos millones y medio de personas se hayan «tragado», por 18ª vez, el primer capítulo. O que la reciente película sea el estreno de animación más taquillero de la historia. ¿Por qué nos gustan tanto «Los Simpson»? El milagro no tiene explicación lógica. Si la tuviera, dejaría de ser un fenómeno paranormal para convertirse en una ecuación matemática: A+B=C. «C» es conocido: un éxito total. Encontrar «A» y «B» ya es más difícil.

De «Shrek» a «South Park»¿Por qué nos fascina tanto esta disparatada familia? Concepción Cascajosa, profesora de Comunicación Audiovisual de la Universidad Carlos III, lo tiene claro: «Combina la crítica más ácida con la ternura. Nos vemos reflejados en lo bueno y en lo malo». Juan Pablo Marín, autor del libro «Detrás de Los Simpson», un manual para ver la serie sin sufrir efectos secundarios, aporta la visión pedagógica: «La clave está en la irreverencia, que cumple una función de catarsis y alienta la sed de romper el orden establecido». Por último, Antonio López, sociólogo y profesor de la UNED, completa el análisis. «Es una foto de las nuevas sociedades emergentes, con sus pros y, sobre todo, sus contras. Al cambiar la relación entre el padre y el hijo y hacerla tan rompedora consigue gustar tanto a los mayores como a los pequeños, porque reproduce sensaciones que tienen unos y otros». Una nueva sociedad, la actual, donde los niños ya no son tan niños. Y el que esté libre de pecado que tire la primera piedra: «Ahora, a los ocho años nuestros hijos ya no aguantan una película entera de Pinocho y nos piden ‘‘Men in black’’ -añade López-. Ha pasado la época del lenguaje edulcorado en el cine». Y tanto. Quizás la mayor aportación de la serie es que ha liberado a los dibujos animados de la «tiranía» de Disney; del socorrido príncipe conoce a princesa y princesa cautiva al príncipe; de la parejita que se va a vivir a uno de esos desangelados castillos siempre a medio amueblar, hasta que llegan la madrastra, la bruja o el dragón para estropearlo todo; y de esos finales siempre felices, siempre con perdices. Cuentos, todos ellos, en los que desde el bueno buenísimo hasta el malo malísimo se expresan con un lenguaje propio de alumno empollón del Kings College.Pero desde la irrupción de la serie de Antena 3 ya no es así. La serie ha creado escuela… y secuelas. De repente, héroes y villanos eructan en la pantalla, hacen gestos obscenos y se tiran flatulencias, como Shrek, o, peor aún, son máquinas de decir palabrotas, como la versión radical de «Los Simpson», «South Park». Éste es, sin duda, uno de los méritos de la serie. Pero tiene otros muchos.

1. EQUILIBRIO EN EL CAOS

A juicio de los expertos, el secreto está en el equilibrio. Equilibrio en los argumentos, los estereotipos y los personajes. Bart pone la rebeldía; su hermana Lisa, la sensatez. Homer, si le dejasen, acabaría con toda su familia; su esposa, Marge, es la única que la mantiene unida. Los amigotes del bar encarnan la sordidez humana; la pequeña de la familia, Maggie, la candidez. La ciudad de Springfield -donde los peces tienen tres ojos y la contaminación es tal que es capaz de desintegrar el cometa que la iba a destruir- justificaría por si sola la carrera ecológica de Al Gore; Lisa, en cambio, se convertiría en su mano derecha.«Las reglas convencionales se rompen continuamente -apunta Juan Pablo Marín-, pero estos actos, por muy graves que sean, nunca tienen consecuencias reales. Esto genera un relax para el espectador».

2. UNA SERIE «ETERNA»…

«La serie no tiene memoria, salvo la muerte de algún que otro personaje o alguna boda -explica Cascajosa-. Al ser una animación se logra que quede congelada en el tiempo, que los personajes no crezcan ni envejezcan. Esto ha dado a los guionistas una gran flexibilidad. Ver ‘‘Los Simpson’’ es ver un catálogo de la cultura occidental». Y además de eterna, es omnipresente: en cada rincón de EE UU hay una población llamada Springfield. Como en casa.

3… Y SIEMPRE ACTUAL

Otro de los aspectos que más valoran los expertos en la serie es la capacidad de sus guionistas para anticiparse a los temas que más preocupan a la sociedad. «Entre que se idea un capítulo y se emite transcurren dos años y, sin embargo, parece que fue escrito un mes antes. Los guionistas tienen una gran capacidad para rastrear los temas e incorporarlos a la serie, como es el caso del calentamiento global, que está muy presente en la película», señala la profesora Cascajosa. Y lo hacen sin herir a nadie. A los homosexuales, por ejemplo, a los que unas veces «miman» y otras satirizan (de uno de los personajes gays se llegó a insinuar que hacía actos impuros con los peces). O a los creyentes. La religión oficial es la «rama occidental del Presbiluteranismo Americano Reformado». Ni presbíteros, ni luteranos, ni católicos. ¿A quién puede ofender?

4. LA COMEDIA PERFECTA

Y la última. Desde el punto de vista de la comunicación audiovisual, es la serie perfecta. Es a la vez comedia familiar (lo que le da, a pesar de todo, un tono conservador), verbal (el chiste fácil y socorrido), física (mucho golpe y mucha persecución) y de referencia de la cultura popular (hay más de 300 «cameos» de famosos, entre ellos el del propio dueño de la cadena Fox). «Los niños se fijan en las tonterías que hacen Bart y Homer, en sus aventuras y en los colores, que son muy vivos. Los adultos, en las referencias que hay a su propio mundo. Por eso es irresistible», concluye Concepción Cascajosa. Tanto que se le perdonan los errores, que los tiene, y muchos. Será porque, al fin y al cabo, «Los Simpson» es genial hasta en los pequeños detalles, como sólo puede serlo una serie en la que todos los personajes tienen cuatro dedos en cada mano… menos Dios, que tiene cinco.

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